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Tratamiento con metadona en Santa Rosa: una solución comprobada en la crisis de opioides

Pastillas blancas con un frasco en su costado

La dosificación de metadona desempeña un papel fundamental para ayudar a las personas con trastorno por consumo de opioides a lograr y mantener la recuperación. Este agonista opioide de acción prolongada se ha utilizado durante décadas como una opción de tratamiento eficaz, con un protocolo bien establecido para la dosificación y la administración. A continuación, se ofrece una descripción detallada de cómo funciona la dosificación de metadona y sus beneficios para ayudar a las personas a mantenerse sobrias:


La ciencia detrás de la dosificación de metadona


La metadona es un opioide sintético que actúa como un agonista completo de los receptores opioides μ del cerebro [6]. Su acción prolongada permite una dosificación una vez al día, lo que es clave para su eficacia en el tratamiento del trastorno por consumo de opioides. Cuando se dosifica adecuadamente, la metadona ocupa estos receptores, lo que reduce los antojos y los síntomas de abstinencia sin producir la euforia asociada con otros opioides [8].




Fase de inducción


La fase inicial del tratamiento con metadona, conocida como inducción, es crítica y requiere un seguimiento minucioso. El objetivo es encontrar la dosis adecuada que alivie los síntomas de abstinencia y las ansias de consumir sin causar sedación u otros efectos adversos [ 1 ].


- Dosis inicial: Generalmente, la dosis diaria inicial no debe exceder los 20-30 mg, dependiendo del nivel de tolerancia a los opioides del individuo [ 1 ].

- Enfoque cauteloso: para aquellos con tolerancia baja o incierta, se recomiendan dosis iniciales de 10-15 mg [1].

- Observación: Los pacientes suelen ser observados durante 2 a 3 horas después de su dosis inicial para evaluar la tolerancia y ajustar la dosis si es necesario [1].


Fase de estabilización


Una vez que el paciente está tomando metadona sin síntomas de abstinencia significativos o intoxicación, el enfoque cambia a titular la dosis a su nivel más efectivo [1].


- Aumentos graduales: La dosis diaria suele incrementarse en 5-10 mg cada pocos días [1].

- Límite semanal: Los aumentos no deben exceder los 20 mg por semana para garantizar la seguridad [1].

- Rango objetivo: La dosis efectiva promedio suele estar entre 60 y 120 mg diarios, aunque puede variar significativamente entre individuos [1].


Fase de mantenimiento


Después de la estabilización, los pacientes entran en la fase de mantenimiento, donde el objetivo es continuar el tratamiento en la dosis efectiva establecida.


- Dosis diaria: La metadona se administra normalmente una vez al día y sus propiedades de acción prolongada proporcionan una cobertura de 24 horas [3].

- Ajustes continuos: Las dosis pueden ajustarse con el tiempo según la respuesta del paciente y sus circunstancias de vida.

- Tratamiento a largo plazo: NIDA sugiere una duración mínima del tratamiento de 12 meses, aunque muchos pacientes se benefician con un mantenimiento a más largo plazo o indefinido [3].


Cómo la metadona ayuda a las personas a mantenerse limpias


La eficacia de la metadona para ayudar a las personas a mantener la recuperación del TUD es multifacética:


1. Reducción de los antojos y la abstinencia


Al ocupar los receptores opioides, la metadona reduce significativamente el deseo de consumir otros opioides y previene la aparición de síntomas de abstinencia [3]. Esto permite que los pacientes se concentren en otros aspectos de la recuperación sin la distracción constante del malestar físico o los deseos psicológicos de consumir.


2. Bloqueo de los efectos de otros opioides


En dosis terapéuticas, la metadona crea un “bloqueo narcótico” que disminuye los efectos eufóricos de otros opioides si se utilizan [5]. Este mecanismo ayuda a desalentar las recaídas y reduce el riesgo de sobredosis.


3. Mejora la retención del tratamiento


Los estudios han demostrado de forma consistente que el tratamiento con metadona se asocia a tasas de retención significativamente mejores en comparación con las terapias no farmacológicas. Los pacientes que toman metadona tienen cuatro veces más probabilidades de permanecer en el tratamiento [8], lo que es crucial para la recuperación a largo plazo.


4. Reducción del riesgo de mortalidad


El tratamiento de mantenimiento con metadona se asocia con una reducción de aproximadamente el 50% del riesgo de mortalidad entre las personas con TUD [3]. Esta mejora espectacular de las tasas de supervivencia es un factor clave de su eficacia.


5. Disminución del consumo ilícito de opioides


Los pacientes que toman metadona muestran tasas más bajas de consumo ilícito de opioides, lo que reduce los riesgos asociados, como sobredosis, transmisión de enfermedades infecciosas y problemas legales [3].


6. Mejora del funcionamiento social


El tratamiento con metadona permite a muchos pacientes estabilizar sus vidas, mantener el empleo, mejorar las relaciones y participar más plenamente en la sociedad [5].


7. Atención integral


El tratamiento con metadona suele ofrecerse en el contexto de programas de atención integral que incluyen asesoramiento, apoyo social y servicios médicos [4]. Este enfoque holístico aborda múltiples aspectos de la adicción y la recuperación.


Desafíos y consideraciones


Si bien la metadona es muy eficaz, su uso conlleva desafíos:


- Normas estrictas: la metadona para el tratamiento del OUD solo se puede dispensar a través de programas de tratamiento de opioides regulados a nivel federal, lo que puede limitar el acceso. Sin embargo, los cambios recientes en las leyes a nivel estatal y federal han hecho que sea más fácil que nunca recibir tratamiento con metadona [7].

- Potencial de uso indebido: como opioide, la metadona en sí misma tiene el potencial de uso indebido, lo que requiere prácticas de dispensación y monitoreo cuidadosos [4].

- Efectos secundarios: Como todos los medicamentos, la metadona puede producir efectos secundarios que deben manejarse con cuidado [6].

- Estigma: A pesar de su eficacia demostrada, el tratamiento con metadona aún enfrenta el estigma, lo que puede disuadir a algunas personas de buscar o continuar el tratamiento.


En conclusión, la dosificación de metadona, cuando se administra adecuadamente, proporciona una herramienta poderosa en el tratamiento del trastorno por consumo de opioides. Su capacidad para reducir los antojos, prevenir la abstinencia y bloquear los efectos de otros opioides, combinada con su naturaleza de acción prolongada, la convierte en una opción eficaz para muchas personas que luchan contra la adicción a los opioides. La titulación cuidadosa de las dosis, el seguimiento continuo y la integración con servicios de atención integral contribuyen al éxito de la metadona para ayudar a las personas a lograr y mantener la recuperación del trastorno por consumo de opioides.


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